Publicado en el periódico El Tiempo de Colombia, 25 octubre 2014.
¿Y SI VOLVIÉRAMOS A COMER COMO ANTES?
En su libro Consume y calla, la psicóloga Ana Gutiérrez desenmascara casos de publicidad engañosa
Por Zulma Sierra.
Comer como en tiempos de la abuela. Esto es lo que, en resumen, recomienda la psicóloga y especialista en trastornos de la conducta alimentaria, Ana Isabel Gutiérrez Salegui. Su último libro, Consume y calla, va de frente contra las grandes multinacionales de la alimentación que anuncian productos milagrosos.
‘Sin conservantes’, ‘cero colesterol’, ‘sin grasas’, ‘refuerza tus defensas’…
Son frases tan populares como cuestionables, pues según Gutiérrez,
“muchos de los estudios que supuestamente avalan las propiedades de
estos productos han sido contratados por las mismas empresas”.
"Consume y calla" se apoya en más de 200
referencias de estudios publicados en revistas científicas o avalados
por la Agencia Europea de la Seguridad Alimentaria (Efsa), aunque
algunas librerías han preferido no exhibirlo para evitar problemas con
las grandes marcas citadas en el texto.
¿Estamos ante casos de publicidad engañosa?
Las grandes empresas juegan con
sobreentendidos para quedar en el límite de la ley. Las abuelas se
compran el yogur con calcio porque tienen los huesos débiles pero nadie
les dice que ciertos tipos de pescado, como las sardinas, tienen cien
veces más calcio. Tendríamos que elegir de acuerdo a la información y no
a la publicidad, porque estamos hablando de salud.
Las madres buscan alimentos con suplementos vitamínicos, ¿también caen en un error?
Hay un montón de alimentos que en sus empaques
dicen ‘con hierro y vitaminas A y D’ en letras muy grandes, pero la
información nutricional, que es la más importante, viene siempre en
letras pequeñas y difíciles de entender. ¿Cuánto azúcar tiene? 36 gramos
en un jugo es demasiado para un niño. Tú a lo mejor dices ‘no le voy a
dar una gaseosa que contiene mucha azúcar, sino este jugo con
vitaminas’, pero no te das cuenta de que tiene la misma o más cantidad
de azúcares y solo ocho gramos de fruta.
Pero sí hay productos bajos en azúcares, ¿o no?
Si dice ‘bajo en azúcares’, mira cuántas
grasas tiene. Si dice ‘bajo en grasas’, mira cuántos azúcares tiene.
Estos mensajes no significan que el producto sea hipocalórico. Siempre
hay que irse a la etiqueta. En Europa fracasó una buena iniciativa que
consistía en poner un semáforo nutricional en los productos en los que
el rojo significaba ‘comer esporádicamente’; amarillo, ‘comer con
moderación’; y verde, ‘se puede comer en cualquier momento’. Las
empresas invirtieron más de mil millones de euros para que no saliera
adelante.
¿Cuál fue el caso que más le impactó de su investigación?
Hay varios, pero yo hablaría de los yogures
para bebés. Marcas muy reconocidas sacaron este producto anunciando que
contenía leche de continuación. Un estudio independiente determinó que
una de las dos marcas no tenía leche de continuación, de manera que
estaba mintiendo y además, las dos marcas ponían grandes cantidades de
azúcares y grasas en este producto, superando las recomendaciones de la
OMS para bebés. Esto es muy grave, porque los sabores los desarrollamos
desde bebés, y con tantos azúcares, están fidelizando a sus clientes
desde la cuna.
Y desde niños estamos pidiendo los productos más dulces…
¡Claro! Se supone que dentro de algunos
códigos de autorregulación comercial está prohibido poner muñequitos y
dibujitos en los alimentos para niños, pero las grandes marcas lo siguen
haciendo. Para una mamá en un supermercado es difícil decirle ‘no’ al
niño o explicarle por qué no puede llevar ese alimento tan llamativo,
pero no podemos dejar en un niño de 4 años la decisión de lo que va a
comer. La decisión tiene que ser nutricional. Hay un estudio que
descubrió que los niños a partir de los dos años son capaces de
distinguir las marcas. La publicidad de alimentos para niños debería
estar libre de manipulaciones.
¿Qué quiere decir que un producto sea ‘light’?
Que tiene un 30 por ciento menos de calorías
que el producto original. No significa que no tenga grasas ni azúcares.
Si el original tiene 1.000 calorías, el light tiene 700. Entonces, si te
metes cinco refrescos light, a lo mejor te estás metiendo 3.500
calorías, 1.000 por encima de la dieta total diaria de un adulto.
¿Y la gente que dice que adelgaza sin consumir gluten?
Ahora se pusieron de moda las dietas sin
gluten porque algunas famosas dicen que funcionan. No es que dejar de
comer gluten adelgace, sino que a lo mejor has dejado de consumir
determinados hidratos de carbono y por eso bajas de peso. Si tú no
tienes ninguna alergia, no te va a hacer daño consumir pan común y
corriente.
¿Quiere decir que el pan no engorda?
No. Es perfectamente saludable, lo mismo que
la pasta porque no tienen mucha carga calórica. Lo realmente
hipercalórico es la grasa y los azúcares refinados.
¿Cuál es el secreto para una buena salud?
Yo diría que es comer lo que cocinaba tu
abuela. Normalmente el almuerzo era un plato grande de sopa con mucha
legumbre y verdura, y una carne en el seco. Antes se desayunaba muy bien
y se cenaba ligero. ¿Y si volviéramos a comer lo mismo que antes? Nos
saldría más barato, estaríamos menos preocupados por la imagen y mucho
más sanos.
LA PELIGROSA "GORDOFOBIA"
En su libro ‘Consume y calla’, Ana Isabel Gutiérrez Salegui también analiza las dietas milagro.“Es curioso”, dice, “que en las zonas rurales
encuentro gente más delgada y fibrosa. Se alimentan de forma natural y
hacen ejercicio sin matarse en un gimnasio”. Gutiérrez alerta de que la
gente se cuida de no engordar pero nunca de adelgazar demasiado. “Que
una niña de 20 años se pueda quedar en un quirófano por una liposucción
de una grasa que no le sobraba, es muy grave”. También advierte sobre
los falsos delgados; personas que hacen mucho ejercicio pero cuya dieta
es tan cuestionable que pueden tener altos niveles de colesterol.
SOBRE LA AUTORA
Ana Isabel Gutiérrez es psicóloga con
especialidad clínica, social y del trabajo, por la Universidad de
Salamanca. También es autora de ‘Trastornos del comportamiento
alimentario: anorexia y bulimia’ (1999).
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